El Padrino




Nos enviaban de una patada a las duras calles nada más cumplir los ocho. Al menos fuera del orfanato nos creíamos libres. Bailando a las puertas del Raj Bhawan a cambio de unas rupias y luego al mercado a comprar jalebí. Un día tras otro hasta que le conocimos. Llevaba una bolsa repleta de ese dulce. Nos dijo que nos lo daría todo si lo acompañábamos. Nunca olvidaré su sonrisa torcida y que hizo de nosotros los reyes de los bajos fondos. A ellas, en cambio, princesas a la vuelta de la esquina.




1 comentario:

  1. Hola, pase por aqui a tu blog, me vine al inicio, queria ver los inicios del blog, me ha gustado este relato porque hay lugares muy subterraneos en este mundo, y algo me dice que la historia ocurre en este preciso momento. Es una buena observacion de lo que ocurre.

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