Antes de abrir la puerta que da a la calle, el sillón
orejero le suplicó que se sentase. Las cortinas, menos pacientes, se cerraron
de golpe instalando la penumbra en el salón. Asido a su bastón, avanzó a
tientas hacia la salida. De poco le sirvió a la moqueta fruncirse y hacer la
zancadilla. Fue el aparador, más astuto, quien lanzó la foto de aquella dama
directamente a sus pies. Las lágrimas sobre la moqueta alertaron al pomo de la
puerta. Se dijo que tampoco hoy nadie le pondría una mano encima.
Hola Araceli, gracias por la lectura del micro, y por tu interpretación que es tan acertada como cualquier otra. Es una de las cosas que me gustan de los micros, que en pocas palabras puedas disfrutar viendo y a la par interpretar muchas cosas. Leo que el tuyo también tiene su miga. Me gustó todas esos movimientos figurativos de los muebles evitando la salida del personaje y esa doble interpretación del pomo de la puerta. Un abrazo
ResponderEliminarGracias Emerencia! Yo también me siento muy a gusto con los micros. Es interesante jugar con las palabras acertadas y eliminar las sobrantes para crear lo estricto y necesario, como un microchip, que en poco espacio contiene una gran cantidad de información.
EliminarUn saludo compañera
Hola Araceli. Me ha encantado ese mundo cerrado lleno de objetos (en una vida cotidana, seguro que testigos), que se vuelven amenazadores o salvadores y que se interponen al paso de...
ResponderEliminarBuen micro compañera.
Los objetos como testigos mudos de la soledad y el paso del tiempo. Un micro para reflexionar. Saludos, Araceli.
ResponderEliminarLos recuerdos grabados a fuego en los objetos cotidianos son los secuestradores más despiadados para el que quiere empezar una nueva vida.
ResponderEliminarUn saludo Araceli.
Esos objetos, actuando como los recuerdos, empecinados a no quedarse solos, e impidiendo a toda costa la salida de la protagonista. Muy bonito micro, me gusto.
ResponderEliminarSaludo